Por Laura García, Editora de Finanzas/El Cronista.-
El Gobierno insistió ayer en ligar la brusca escalada del blue al sobrevuelo de los buitres. De no haber sido por la impertinencia de un funcionario estadounidense que utilizó la malintencionada palabra default -sin siquiera el atenuante selectivo- el dólar informal no se habría disparado.
Es otra versión de una lógica ya conocida.
La suba del blue no es más que el reflejo de las presiones cambiarias que se exacerbaron con el default y deja en claro el costo de una estrategia que hasta ahora se negó sistemáticamente. Agudizó el problema de la escasez de divisas, al esfumar la expectativa de arribo de financiamiento externo, y nos dejó cara a cara con un escenario de fragilización del superávit comercial, con exportaciones en caída, y atraso cambiario, ya que está evaporada la mejora real obtenida a partir de la devaluación de enero. Para peor, el rojo fiscal se profundiza en la medida en que se recurre a la expansión del gasto (que hoy crece arriba del 40% interanual) para moderar el impacto recesivo del default, mientras los recursos tributarios se estacionan en la zona del 30%. El aluvión de emisión de pesos será colosal.
La City saca cuentas. Los buitres sobrevuelan, pero no asustan en las cuevas.